I. LOS CRISTIANOS NO ESTÁN BAJO LAS OBRAS DE LA LEY
Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días
de reposo, y todas sus festividades. Oseas 2:11.
Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que
cree. Romanos 10:4.
Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos
expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, Efesios 2:15.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de
vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. Colosenses 2:13-14.
En efecto, el Señor, por medio de todos sus profetas, nos ha
manifestado que no tiene necesidad ni de sacrificios ni de holocaustos ni de
ofrendas, diciendo en una ocasión:. ¿Qué se me da a mí de la muchedumbre
de sus sacrificios? dice el Señor. Harto estoy de sus holocaustos. Ahora bien,
todo eso (el Antiguo Pacto) lo invalidó el Señor, a fin de que la nueva ley de
nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al yugo de la necesidad, tenga
una ofrenda no hecha por mano de hombre.
Y así dice de nuevo a ellos: ¿Acaso fui yo quien mandé a sus
padres, cuando salían de la tierra de Egipto, que me ofrecieran holocaustos y
sacrificios? ¿0 no fue más bien esto lo que les mandé, a saber: que ninguno de
ustedes guarde en su corazón rencor contra su hermano y que no amaran el falso
juramento? BERNABÉ (150 d.C.)
Es absurdo hablar de Jesucristo y al mismo tiempo practicar el
Judaísmo. Porque el Cristianismo no creyó (se unió) en el Judaísmo, sino el
Judaísmo en el Cristianismo, en el cual toda lengua que creyó fue reunida a
Dios. IGNACIO (50-100 d.C.)
Porque el que hizo los cielos y la tierra y todas las cosas que
hay en ellos, y nos proporciona todo lo que necesitamos, no puede Él mismo
necesitar ninguna de estas cosas que El mismo proporciona a aquellos que se
imaginan que están dándoselas a Él. Pero los que creen que le ofrecen
sacrificios con sangre y sebo y holocaustos, y le honran con estos honores, me
parece a mí que no son en nada distintos de los que muestran el mismo respeto
hacia las imágenes sordas; porque los de una clase creen apropiado hacer
ofrendas a cosas incapaces de participar en el honor, la otra clase a uno que
no tiene necesidad de nada. DIOGNETO (125-200)
«El Señor me mandó en aquel momento enseñaros estos preceptos y
mandatos» (Dt 4,14). Por este motivo en el Nuevo Testamento de la libertad
abolió los mandamientos que les había dado como en figura para el estado de
servidumbre. IRENEO (180 d.C.)
Toda la enorme multitud de justos que existieron antes de Abraham,
así como todos los patriarcas que vivieron antes de Moisés, fueron justificados
sin lo que hemos dicho. IRENEO (180 d.C.)
Y la antigua Sinagoga tenía por marido la Ley. Por lo tanto no
necesitamos de la ley como pedagogo; he aquí que nosotros hablamos con el Padre
y estamos en su presencia convertidos en niños sin malicia y afincados en la
justicia y honestidad. Ireneo (180 d.C.)
II. EL
SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA LEY
Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal,
vendido al pecado. Romanos 7:14.
Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey
que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por
nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que
ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 1 Corintios 9:9-10.
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos
estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron
bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento
espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la
roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 1 Corintios 10:1-4.
Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de
hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el
cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés,
el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al
Señor, el velo se quitará. 2 Corintios 3:14-16.
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la
imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se
ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. Hebreos
10:1.
Y lo que Moisés dijo: No comerán cerdo ni águila, ni gavilán ni
cuervo, ni pez alguno que no tenga escamas, no es sino que tomó tres símbolos
en inteligencia. Por lo demás, se dice en el Deuteronomio: Y estableceré con
este pueblo justificaciones. Luego no está el mandamiento del Señor en no
comer, sino que Moisés habló en espíritu. Ahora bien, el cerdo lo
dijo por lo siguiente: "No te juntarás dice con hombres tales que son
semejantes a los cerdos; es decir, que cuando lo pasan prósperamente, se
olvidan del Señor, y cuando se ven necesitados, reconocen al Señor, al modo que
el cerdo, cuando come, no sabe de su señor; mas cuando tiene hambre, gruñe y,
una vez que toma su comida, vuelve a callar. Tampoco comerás el águila, ni el
gavilán, ni el milano, ni el cuervo.
No te juntarás dice ni te asemejarás a hombres tales, que no saben
procurarse el alimento por medio del trabajo y del sudor, sino que arrebatan en
su iniquidad lo ajeno, y acechan como si anduvieran en sencillez, y miran por
todas partes a quién despojar por medio de su avaricia, al modo que estas aves
son las únicas que no se procuran a si mismas su alimento, sino que, posadas
ociosamente, buscan la manera de devorar las carnes ajenas, siendo perniciosas por
su maldad.
Y no comerás dice la morena ni el pólipo ni la sepia. No te
asemejarás dice, juntándote con ellos, a hombres tales, que son impíos hasta el
cabo y están ya condenados a muerte, al modo que estos peces, que son los
únicos maldecidos, se revuelcan en el fondo del mar y no nadan como los otros,
sino que habitan en la tierra del fondo. Más tampoco comerás liebre. ¿Por qué?
No serás corruptor ni te asemejarás a los tales. Porque la liebre multiplica
cada año su ano, pues cuantos años vive, tantos agujeros tiene. En conclusión,
tomando Moisés tres símbolos sobre los alimentos, así habló en espíritu mas
ellos lo entendieron, conforme al deseo de la carne, como si se tratara de la
comida. BERNABÉ (150 d.C.)
Pasando a otro punto, también acerca del sábado, se escribe en el
decálogo, es decir, en las diez palabras que habló Dios en el monte Sinaí a
Moisés cara a cara: Y santifiquen el sábado del Señor con manos limpias y
corazón puro. Y en otro lugar dice: Si mis hijos guardaren el sábado,
entonces pondré sobre ellos mi misericordia.
Del sábado habla al principio de la creación: E hizo Dios en seis
días las obras de sus manos y las acabó en el día séptimo, y descansó en él y
lo santificó. Atiendan, hijos, qué quiere decir lo de: Los acabó en seis días.
Esto significa que en seis mil años consumará todas las cosas el Señor, pues un
día es para Él mil años. Lo cual, Él mismo lo atestigua, diciendo: He aquí que
el día del Señor será como mil años. Por lo tanto, hijos, en seis días, es
decir, en los seis mil años, se consumarán todas las cosas. Y descansó en el
día séptimo.
Esto quiere decir: Cuando venga su hijo y destruya el siglo del
inicuo y juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas, entonces
descansará de verdad en el día séptimo. Y por contera dice: Lo santificarás con
manos limpias y corazón puro. Ahora, pues, si pensamos que pueda nadie
santificar, sin ser puro de corazón, el día que santificó Dios mismo, nos
equivocamos de todo en todo. Consiguientemente, entonces por nuestro descanso
lo santificaremos de verdad, cuando, justificados nosotros mismos y en posesión
ya de la promesa, seremos capaces de santificarlo; es decir, cuando ya no
exista la iniquidad, sino que nos hayamos vuelto todos nuevos por el Señor,
entonces, si, santificados primero nosotros, podremos santificar el día
séptimo.
Por último, les dice: Vuestros novilunios y vuestros sábados no
los aguanto. Miren cómo dice: No me son aceptables sus sábados de ahora, sino
el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el
principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. . Por eso justamente nosotros
celebramos también el día octavo (El Domingo) con regocijo, por ser día en que
Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los
cielos. BERNABÉ (150 d.C.)
Por eso aun en nuestros tiempos lo que se lee en la Ley les parece
una fábula a los judíos. Es que no tienen aquello que lo explica todo, como es
lo que toca a la venida del Hijo de Dios hecho hombre. En cambio para los
cristianos, cuando lo leen, se convierte en el tesoro escondido en el campo,
revelado y explicado por la cruz de Cristo. IRENEO (180 d.C.)
Nosotros afirmamos que la ley tiene un doble sentido, el literal y
el espiritual, lo cual fue enseñado ya por algunos de nuestros predecesores. No
somos nosotros, sino el mismo Dios hablando por uno de sus profetas quien dice
que la ley en sentido literal es «juicios que no son buenos» y «mandamientos
que no son buenos»; en cambio, el sentido espiritual, se dice en el mismo
profeta que habla de parte de Dios, que es «juicios buenos» y «mandamientos
buenos». El profeta no se contradice patentemente en un mismo pasaje, sino que
el mismo Pablo, de acuerdo con esto, dijo que «la letra», que equivale al
sentido literal, mata, pero el «espíritu» que es lo mismo que decir el sentido
espiritual, vivifica.
En efecto, se puede hallar en Pablo algo semejante a lo que
algunos piensan que es contradictorio en el pronta. Así, Ezequiel dice en un
lugar: «Les di juicios que no eran buenos y mandamientos que no eran buenos,
por lo cual no podrán tener vida en ellos», y en otro lugar: «Les di juicios
buenos y mandamientos buenos, por lo cual tendrán vida en ellos.» Así también
Pablo, cuando quiere atacar el sentido literal de la ley dice: «Si el
ministerio de la muerte, grabado con letras en las piedras se hizo con gloria,
hasta el punto de que los hijos de Israel no podían mirar al rostro de Moisés a
causa de la gloria de aquel rostro, que tenia que desvanecerse, ¿cómo no será
más glorioso el ministerio del espíritu?» Pero cuando se pone a admirar y a
aceptar la ley, la llama espiritual diciendo: «Sabemos que la ley es
espiritual» y la acepta con estas palabras: «De suerte que la ley es santa, y
el mandamiento es santo y justo y bueno» ORÍGENES (225 d.C.)
Nosotros, los que somos de la Iglesia, recibimos a Moisés con
sobrada razón, y leemos sus escritos, pensando que él, como profeta a quien
Dios se ha revelado, ha descrito en símbolos, alegorías y figuras los misterios
futuros, que nosotros enseñamos que se han cumplido a su tiempo. El que no
comprenda esto en este sentido, ya sea judío o de los nuestros, no puede ni
siquiera mantener que Moisés sea profeta. ORÍGENES (225 d.C.)
III. EL
PROPÓSITO DE LA LEY
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo,
a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos
bajo ayo, Gálatas 3:24-25
También llamó a la Ley nuestro pedagogo hasta la venida de
Jesucristo. ¡Que no se culpe a la Ley por la incredulidad de algunos! Pues la
Ley a nadie prohibió creer en el Hijo de Dios. IRENEO (180 d.C.)
El Señor no abolió los preceptos naturales de la Ley, por los
cuales se justifica el ser humano, los cuales incluso guardaban antes de la Ley
aquellos que fueron justificados por la fe y agradaban a Dios; por el
contrario, los amplió y llevó a la perfección como lo muestran sus palabras:
«Se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: todo aquel
que viere a una mujer para desearla, ya ha cometido adulterio con ella en su
corazón» (Mt 5,27-28). Y añadió: «Se ha dicho: No matarás. Pero yo les digo:
todo el que sin motivo se enoje contra su hermano, es reo de juicio» (Mt
5,21-22). Y: «Se ha dicho: No perjurarás. Pero yo os digo que no debéis jurar
en absoluto.
Que sus palabras sean: Sí, sí, y no, no» (Mt 5,33-34.7). Y otras
cosas parecidas Y es que la Ley, como había sido promulgada para siervos,
educaba mediante acciones externas y corporales, ajenas al alma, tratando de
atraerla como quien la ata a la obediencia a los preceptos, a fin de que los
seres humanos aprendiesen a someterse a Dios. IRENEO (180 d.C.)
Como un arquitecto proyectaba la construcción de la obra
salvadora. Cuando andaban errando en el desierto, les dio la más adecuada de
las leyes. De muchas maneras preparó al género humano a fin de que la salvación
le viniese como una sinfonía. IRENEO (180 d.C.)
De esta manera dio al pueblo las leyes para fabricar la tienda y
el templo, para elegir a los levitas, y para establecer el servicio de los
sacrificios, oblaciones y ritos de purificación. No porque necesitase algo de
esto «Todo esto les sucedía en figura; y se ha escrito para instrucción de
quienes venimos al final de los tiempos» (1 Cor. 10,11). Por los tipos
aprendían a temer a Dios y a perseverar en su servicio… De esta manera la Ley
era para ellos una educación y una profecía de los bienes futuros. Pues en un
principio Dios amonestó a los seres humanos por medio de los preceptos
naturales que desde el inicio inscribió en su naturaleza, es decir por los diez
mandamientos. IRENEO (180 d.C.)
Prueba de que estas prácticas (de la ley) no justificaban al ser
humano, sino que servían de signo al pueblo, es que Abraham «creyó y le fue
reputado a justicia, hasta el punto de llamarse el amigo de Dios» (Sant 2, 23;
Gén. 15, 6), sin la circuncisión y sin la observancia del sábado. Toda la
enorme multitud de justos que existieron antes de Abraham, así como todos los
patriarcas que vivieron antes de Moisés, fueron justificados sin lo que hemos
dicho. IRENEO (180 d.C.)
Además, se les dio como una figura de los bienes celestiales,
porque los seres humanos aún no eran capaces de soportar a ojo desnudo la
visión de las cosas divinas; también prefiguró las realidades de la Iglesia, a
fin de que se afirmase nuestra fe; pues llevaba en sí la profecía de los bienes
futuros, con el objeto de enseñar al género humano que Dios conoce de antemano
todas las cosas. IRENEO (180 d.C.)
Y aun es posible que la filosofía fuera dada directamente (por
Dios) a los griegos antes de que el Señor los llamase: porque era un pedagogo
para conducir a los griegos a Cristo, como la ley lo fue para los hebreos (Gál.
3, 24). La filosofía es una preparación que pone en camino al hombre que ha de
recibir la perfección por medio de Cristo. CLEMENTE DE
ALEJANDRÍA (195 d.C.)
En aquello más esencial que procede del mismo Dios, esto es, el
alma, que ha recibido el sello del ser divino en lo que se refiere a la
libertad de arbitrio y de decisión. De no ser así, no se hubiese impuesto una
ley a un ser que no habría sido capaz de prestar un obsequio libre a esta ley;
ni se hubiera señalado castigo de muerte a la transgresión de la misma, si no
se hubiera dado por supuesto que había en el hombre libertad para despreciar la
ley. Para esto se dio la ley, la cual no anula, sino que pone a prueba la
libertad con que uno o libremente se somete o libremente la traspasa. Por esto
tenían que estar ambos caminos abiertos al libre arbitrio. TERTULIANO (197 d.C.)
Hay que recordar que aquí todavía no se exponía el decreto de
Constantino, que por la voluntad soberana los Cristianos de la época ganaron
para que hubiera un edicto que todos tenían que ser cristianos, y por tanto el
día de reposo tenia que ser el domingo.
EL PROPÓSITO DE CONSTANTINO
CONSTANTINO
288–337 D.
DE J.C.)
Entonces
tuvo lugar un suceso que trajo un fin inesperado a este largo y espantoso
conflicto. Constantino resultó victorioso en las luchas que estaban teniendo
lugar en el Imperio Romano, y en el año 312 d. de J.C. obtuvo su victoria decisiva.
Entró a Roma e inmediatamente proclamó un edicto que ponía fin a la persecución
de los cristianos. Un año después este edicto fue seguido por el Edicto de
Milán el cual establecía que cada hombre era libre de seguir cualquier religión
que eligiera.
De
esta manera el Imperio Romano fue vencido por la devoción al Señor Jesús de
aquellos que le conocían. Su constancia paciente y no resistente había
transformado la hostilidad implacable y el odio del mundo romano, primero en
compasión, y luego en admiración.
Al
principio las religiones paganas no fueron perseguidas, pero al perder el
respaldo del estado, fueron disminuyendo paulatinamente. La profesión del
cristianismo se vio favorecida. La proclamación de leyes que abolían los abusos
y protegían a los desamparados trajo consigo un ambiente de prosperidad nunca
antes conocido. Las iglesias, libres de opresión externa, emprendieron el
camino hacia una nueva experiencia.
Muchas
de ellas habían conservado su sencillez primitiva, pero muchas otras habían sido
afectadas por los profundos cambios internos en su constitución, los cuales ya
hemos notado, y ahora eran muy diferentes de las iglesias neotestamentarias de
los días apostólicos. Su entrada a un ámbito de mayores dimensiones mostraría
más adelante las consecuencias de estos cambios.
Constantino era
un genio político. De su comparativamente escasa comprensión del cristianismo y
de su breve contacto con él, concluyó dos cosas: que el cristianismo llegaría a
ser el sistema religioso dominante del mundo, y que el agonizante Imperio
Romano podría salvarse, o cuando menos prolongarse, por una unión con esta
religión dinámica. Constantino quería que el cristianismo fuera el cemento del
imperio; él quería que la religión actuara como un factor unificador en el sistema
político.
Esta no era una idea completamente nueva, porque la religión había
sido una parte del sistema romano de gobierno a través de los siglos. La
innovación consistía en la clase de religión, que no era un sincretismo
planeado por el gobierno para invitar a todos a unirse a él, sino un movimiento
poderoso y extenso que era exclusivo en su concepto de Dios y en sus requisitos
para la admisión.
Tal unión de fuerzas fue algo nuevo, tanto para el imperio como
para el cristianismo. Cada uno se desarrolló de manera diferente por esta
alianza.
El cristianismo no pudo salvar al Imperio Romano había ido
demasiado lejos; y Constantino estaba equivocado, también, al suponer
que el cristianismo actuaría como cemento para el imperio. ¿Cómo podía el cristianismo
traer unidad al mundo político cuando el cristianismo mismo no poseía unidad? Ya tres escuelas de pensamiento
habían desarrollado y desplegado antagonismo
unas contra otras.
Alejandría
era el centro de la más antigua de esas escuelas. Un filósofo convertido,
Panteno, organizó una escuela para instruir a los cristianos convertidos. Fue
sucedido por Clemente, y Clemente por Orígenes; estos dos últimos ya fueron
mencionados en conexión con los monumentos literarios del segundo período de la
historia eclesiástica. Estos hombres veían la filosofía como el medio de
interpretar el cristianismo. En la mejor tradición filosófica, la Biblia se
leía alegóricamente. Se daba gran énfasis a la redención, como una unión
mística con Dios por medio de Cristo.
Antioquía
era el segundo centro. Esta escuela fue fundada por Luciano al final del Siglo
III. Representando la tradición del apóstol Juan, esta escuela de pensamiento
exaltaba las Escrituras como las mejores intérpretes de sí mismas. Por causa de
la intensa lucha con el gnosticismo, la filosofía se volvió sospechosa. Se
procuraba el significado literal de un texto, a la luz de su fondo gramatical e
histórico.
La
escuela occidental del pensamiento reclamaba escritores tanto del continente
como del Norte de África. Como el centro de Antioquía, también desconfiaba de
la filosofía y colocaba su principal énfasis en la aplicación práctica del
cristianismo.
Las
controversias que empezaron a levantarse en el cristianismo seguirían el modelo
de pensamiento representado en las varias escuelas; es decir, con los mismos
hechos y escrituras los seguidores de la escuela alejandrina, usando el enfoque
filosófico, alcanzaba diferentes conclusiones de la escuela de Antioquía y de
la de Occidente. Muchas veces la búsqueda de la verdad era simplemente un
estímulo secundario en la controversia; la rivalidad intelectual acicateaba a
los adherentes de cada tipo de pensamiento más allá de los límites de la
caridad cristiana.
Con
esta clase de desunión en el movimiento cristiano, había considerable duda de
que trajera unidad al Imperio Romano cuando formaron la alianza. No fue mucho
antes de este hecho que Constantino despertó bruscamente. Reuniendo movimientos
cismáticos históricos como montanismo y novacianismo, la división
donatista en el Norte de África se lanzó contra Constantino casi al tiempo que
él había decidido hacer del cristianismo el cemento del imperio. El trato de
Constantino para el donatismo fue, por supuesto, motivado por factores
políticos.
El
hizo lo que pudo apelando, argumentando, amenazando,
y, finalmente, persiguiendo físicamente para
cerrar las filas del cristianismo, todo sin éxito.
Para Constantino este problema era solamente una prueba de lo que habría de
venir. Más tarde, el clamor de los donatistas, “¿Qué tiene que ver el emperador
con la iglesia?” fue el que simbolizaba el dilema más grande de la nueva alianza entre la iglesia y el estado.
¿Qué debía hacer un
emperador para mantener el control político cuando sus ciudadanos cristianos insistían en formar partidos teológicos hostiles
sobre la base de sus interpretaciones
escriturarias? Sea o no que su intención original fuera considerarse a sí mismo de esa manera, Constantino se vio
obligado a convertirse en “obispo de obispos”
en un intento de restaurar la unidad.
Esta
posición le fue concedida por los príncipes eclesiásticos del imperio. La
controversia que puso a Constantino en este lugar de liderato eclesiástico y
doctrinal fue llamada la controversia arriana, y tenía que ver con la
interpretación de la persona de Cristo en relación a Dios.
LA ESCUELA DE
ALEJANDRÍA.
Al
principio del tercer siglo de la era cristiana, la escuela catequística de
Alejandría influyó fuertemente la interpretación bíblica. Esta ciudad era un
gran centro cultural, donde la religión judía y la filosofía griega
convergieron y se influyeron mutuamente. La filosofía platónica todavía era
popular en las formas de neoplatonismo y gnosticismo, y no es extraño que la
famosa escuela catequística de esta ciudad fuera influenciada por la filosofía
popular, acomodando su interpretación de la Biblia a dicha filosofía. El método
natural para armonizar la religión y la filosofía fue la interpretación
alegórica, debido a las siguientes razones:
(A) Los filósofos paganos
(estoicos) ya habían estado aplicando por mucho tiempo este método en la
interpretación de Homero, por lo cual fueron ellos los que indicaron el camino
a seguir.
(B) Filón, que también era
oriundo de Alejandría, cedió a este método el peso de su autoridad,
reduciéndolo a sistema, y lo aplicó aún a las narraciones más sencillas. Los
principales representantes de esta escuela fueron: Clemente de Alejandría y su
discípulo Orígenes. Ambos consideraron la Biblia como la Palabra inspirada de
Dios en el sentido más estricto, y compartieron la opinión de aquel tiempo, de
que tenían que aplicarse reglas especiales en la interpretación de las
comunicaciones divinas. Por esto, aun cuando reconocían el sentido literal de
la Biblia, tenían la opinión de que sólo la interpretación alegórica podía
entregarnos conocimiento genuino.
Clemente
de Alejandría fue el primero en aplicar el método alegórico a la interpretación
del Nuevo Testamento, así como del Antiguo. Propuso el principio de que toda la
Escritura debe ser entendida alegóricamente. Esto parecía un paso adelante en
relación con otros intérpretes cristianos y constituía la principal
característica de Clemente. Según él, el sentido literal sólo puede
proporcionar una fe elemental, mientras que el alegórico conduce al verdadero
conocimiento.
Su
discípulo, Orígenes, lo superó en cultura e influencia. Fue, sin duda, el más
grande teólogo de su época, pero su mérito más permanente radica en su trabajo
de crítica textual, más que en el de interpretación bíblica. «Como intérprete,
ilustró el tipo alejandrino de exégesis del modo más extenso y sistemático»
(Gilbert). En una de sus obras nos entrega una detallada teoría de
interpretación. El principio fundamental de esta obra es que el significado del
Espíritu Santo es siempre claro, simple y digno de Dios.
Todo
lo que parece oscuro, inmoral o intrascendente en la Biblia, sirve simplemente como
incentivo para trascender o ir más allá del sentido literal. Orígenes
consideraba que la Biblia tenía un sentido triple, a saber, el significado
literal, el moral y el místico o alegórico. En su práctica exegética, más bien
menospreció el sentido literal de la Escritura, se refirió pocas veces al
sentido moral, y constantemente empleó el método alegórico, puesto que en dicho
método creía encontrar el verdadero conocimiento.
EL PRINCIPIO DE LA CONTROVERSIA ARRIANA
Se recordará que una de las primeras discusiones doctrinales en el
cristianismo se centró en la naturaleza de Cristo y su relación a Dios el Padre.
¿Era Jesucristo completamente Dios o era menos que Dios? Esta pregunta nunca ha
sido contestada adecuadamente. Muchos escritores cristianos sobresalientes han
luchado con el problema.
Si Jesús era completamente Dios, se pregunta, ¿entonces tienen
tres Dioses los cristianos (incluyendo al Espíritu Santo)? Sin embargo, venía
la respuesta, ¿podía Jesús traer salvación a los hombres si no fuera Dios, como
él había pretendido? Orígenes de Alejandría había indagado profundamente en
esta cuestión en el Siglo III. Sus escritos contienen dos opiniones diferentes.
En un lugar Orígenes afirmaba que Cristo está subordinado a Dios,
es menos que el verdadero Dios. En otro él declara que Cristo era el Hijo de Dios
eternamente engendrado; Cristo siempre había existido como el Divino Hijo,
tanto antes como durante la creación temporal. Aunque pueda parecer extraño,
estas dos posiciones en Orígenes forman el centro de la lucha arriana, con la
primera que precipita la controversia y la segunda que finalmente resuelve el
conflicto.
Arrió, el hombre responsable de principiar el conflicto, era un
presbítero bajo el obispo Alejandro de Alejandría, pero había sido preparado en
Antioquía para interpretar las Escrituras en un sentido literal. Por el año 318,
Arrió decidió que sería comprometer la dignidad y el honor de Dios el Padre
decir que Jesucristo era de la misma esencia divina y eterna de Dios.
Consecuentemente, elaboró un sistema que declaraba que Cristo era un ser que
había sido creado antes del tiempo, y que por medio de Cristo Dios había creado
todas las otras cosas. Su teoría hacía a Cristo más grande que el hombre y
menor que Dios— algo intermedio entre los dos, pero ni uno ni otro
completamente.
La controversia se extendió rápidamente más allá de Alejandría y
pronto se apoderó de todo el mundo oriental. La escuela, de pensamiento de Antioquía
no podía ver nada malo en la interpretación y le añadió rivalidad intelectual
al asunto. Arrió era un predicador capaz y popular, y obtuvo mucho apoyo por su
encanto personal.
Conforme creció la controversia, Constantino reconoció que debía
haber tomado una clase de acción. Después de llegar a ser el emperador absoluto
en 323, siguiendo la experiencia que había obtenido al tratar a los donatistas,
él mandó que se convocara una reunión de todos los líderes cristianos para
arreglar el asunto. Este concilio universal (el significado de la palabra
griega para católico) se reunió en Nicea y consistió de más de trescientos
obispos.
Puesto que se consideraba que los obispos eran la iglesia, y dado
que ésta era una reunión mundial de obispos, en realidad esta reunión le dio expresión
visible a la Iglesia Católica (universal). Constantino dominó el concilio,
dirigiéndolo cuando él deseaba y determinando la posición doctrinal que debía
ser adoptada.
EL
CONCILIO DE NICEA (325)
Después que se atendieron los asuntos preliminares, Arrió presentó
una confesión de fe. Definía la naturaleza de Cristo como diferente de la de Dios,
y veía a Cristo como un ser creado, más grande que el hombre, y digno de
adoración, pero menor que Dios. Este credo fue pronta y vehementemente
rechazado. El obispo Eusebio de Cesarea ofreció entonces un credo que dijo
había sido usado previamente en su iglesia.
La redacción de este credo era ambigua. Cuando el partido ortodoxo
vio que los arrianos estaban deseosos de aceptar el credo, dirigieron un movimiento
para rechazarlo, con base en que no era suficientemente explícito. Entonces
Atanasio, un joven diácono de la iglesia de Alejandría, y campeón del
punto de vista ortodoxo, presentó el siguiente credo al concilio: Creemos en un
Dios, Padre todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles, Y
en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, Engendrado del Padre y el único
engendrado, Es decir, de la esencia del Padre, Dios proveniente de Dios, Luz
proveniente de Luz, verdadero Dios proveniente del verdadero Dios, Engendrado,
no hecho, De una esencia con el Padre.
A través del cual todas las cosas fueron hechas, tanto las cosas
en el cielo como las cosas sobre la tierra, Quien para nosotros los hombres y
para nuestra salvación, Descendió y se hizo carne y se hizo hombre, Sufrió
y resucitó al tercer día, y ascendió a los cielos, Y vendrá a juzgar a los
vivos y a los muertos. Creemos también en el Espíritu Santo.
Enseguida de este credo se tuvo la condenación de todos los que
negaran su doctrina, mencionándose específicamente la declaración de los
arrianos de que Cristo no existió por toda la eternidad. Debe notarse que este
credo hace hincapié en la unicidad de Cristo con Dios el Padre. Las palabras claves
eran “de una esencia con el Padre”. Constantino decidió entonces que este credo
traería paz religiosa y política, indudablemente con el consejo del obispo Osio
de Córdoba, su consejero eclesiástico.
Por eso, con su aprobación fue adoptado el credo, y se dirigió un
decreto de deportación contra Arrió y los que siguieran su criterio. Los
cristianos que habían sido víctimas del poder imperial sólo unos cuantos años
antes, ahora utilizaban el poder imperial para perseguirse unos a otros. Más
tarde Constantino cambió de opinión e hizo volver a Arrió, exiliando a Atanasio.
Una vuelta completa de doctrina no significó nada para su mente política.
Es probable que Constantino tuviera poca comprensión de los
principios doctrinales cristianos. Su bautismo diferido, sus normas éticas y
morales, y su retención del oficio pagano que garantizaba su lugar como dios
romano después de la muerte, eran en sí mismos evidencias de su carácter
espiritual.
HISTORIA POSTERIOR DEL ARRIANISMO
Había mucha insatisfacción dentro del cristianismo después de la decisión
del concilio de Nicea. El lenguaje del credo llevaba a unos a temer al triteísmo
(tres dioses) y a otros a temer al modalismo (la pérdida de la personalidad
individual). Por medio de maniobras políticas y burlándose de los temores de
los pensadores religiosos sinceros, el arrianismo obtuvo la ventaja por una
generación.
Una escuela semi-arriana que surgió tomó una posición intermedia
entre la de Atanasio y la del concepto arriano, y declaraba que aunque
Cristo no era de una esencia con Dios, sin embargo era similar a Dios. Esto
atrajo a muchos seguidores del partido estricto de Atanasio. Atanasio mismo fue
exiliado repetidas veces por adherirse a los conceptos del credo de Nicea.
La escena política contribuyó al triunfo temporal de Arrió. Cuando
Constantino murió en 337, sus tres hijos, Constantino II, Constante y Constancio,
se dividieron el Imperio Romano. Sin embargo, Constantino fue matado en 340, en
una batalla contra Constante, y Constante se suicidó en 350. Estos dos hombres
favorecían el concepto de Nicea. El tercer hijo, Constancio, era arriano. Su
reinado, de 337 a 361 como único gobernador después de 350, dio oportunidad
para que el arrianismo se desarrollara con la bendición de. La autoridad
imperial.
Además del exilio de Atanasio, Constancio trató severamente a los adherentes
judíos y paganos. Se estableció la pena de muerte por ofrecer sacrificios
paganos y por convertirse en prosélito judío. En parte por causa de esta
severidad, tuvo lugar una reacción pagana. Constantino había matado a sus
parientes, menos a sus tres hijos, para asegurarse una sucesión apropiada, pero
pasó por alto dos víctimas.
Uno de ellos, Julián, el hijo de un hermano al que Constantino
había matado, abrazó secretamente el paganismo, y en 361 peleó por el
dominio del imperio contra Constancio. El hizo lo que pudo por aumentar las
divisiones en el cristianismo. Atanasio fue llamado del exilio, y otros
disidentes fueron alentados. Julián también se esforzó por introducir un
paganismo refinado y reformado adoptando muchos elementos cristianos como rival
del cristianismo. Después de su muerte en 363, sin embargo, el emperador que lo
sucedió favoreció el cristianismo del tipo niceano.
La influencia del arrianismo cedió lentamente en los siglos
siguientes. El segundo concilio universal el año 381 en Constantinopla,
reafirmó la posición del primer concilio relativo a la persona de Cristo.
RESULTADOS DEL ARRIANISMO
Un importante resultado del movimiento arriano fue la divulgación
de su doctrina de Cristo por medio de la actividad misionera. En 340, aunque el
arrianismo gozaba del favor imperial, un joven misionero llamado Ulfilas, educado
en la doctrina arriana, fue enviado a los visigodos. El sirvió hasta su muerte
en 383, aparentemente recibiendo mucha ayuda que ahora no puede ser
determinada.
Ulfilas mismo trabajó diligentemente, pero la conversión
al cristianismo arriano de grandes masas de visigodos y de tribus vecinas, difícilmente podría ser la obra de
un hombre. Ulfilas es mejor recordado por
reducir a la escritura el idioma gótico, por medio de
la traducción de las Escrituras. Como resultado de su trabajo y del de otros, cuando el Imperio Romano finalmente fue
arrasado por estas tribus germanas en los
Siglos IV y V. la tarea del cristianismo católico romano se facilitó. Un notable número de invasores ya habían abrazado
el cristianismo arriano y necesitaban sólo la
enseñanza de la fórmula nicena.
Otro
resultado del movimiento arriano fue la adopción, por Constantino, de una
política general de persecución física contra los disidentes eclesiásticos. Es
cierto que los donatistas habían sufrido persecución física a manos de
Constantino en 316, después de negarse a aceptar la decisión del concilio de
Arlés. Después de cinco años Constantino dejó de cerrarlas iglesias donatistas
y de exiliar a sus obispos, sintiendo que los resultados del uso de la fuerza
no eran satisfactorios.
Con
esta experiencia, hubo alguna duda sobre si Constantino, como único emperador,
continuaría tal política. Su determinación de continuar sugiere su profundo
deseo de asegurarse cuando menos conformidad externa.
Además,
el concilio de Nicea proveyó un precedente y una norma para futuros concilios
de esta clase. Todos sabían que la decisión del concilio había sido arbitraria.
Constantino había decidido lo que el concilio debía decidir, aunque al mismo
tiempo los decretos del concilio fueron reconocidos como declaraciones
cristianas autorizadas. Líderes concienzudos examinaron este nuevo desarrollo.
La
conducta y los motivos cristianos eran secundarios; las decisiones eran
los asuntos autorizados y las metas que debían alcanzarse. Aparentemente, la
lección se había aprendido. Muchos de los concilios universales posteriores llegaron
a sus decisiones mediante la coerción física y tácticas desordenadas. Es
difícil ver qué parte el cristianismo genuino tenía en algunos de ellos.
Finalmente,
el concilio de Nicea dio forma visible a la Iglesia Católica. Se recordará que
en los escritos de Cipriano del siglo anterior se declaraba que la iglesia existía
en los obispos. La Iglesia Católica (cristianismo universal), entonces, podía
hacerse visible cuando todos los obispos se reunieran en concilio. Esto se
efectuó en Nicea, y completó la maquinaria eclesiástica para la dominación
universal por una monarquía espiritual.
LA NUEVA RELACIÓN
El principio de una alianza entre el cristianismo y el Imperio
Romano bajo Constantino, influyó profundamente en la historia y el desarrollo,
tanto de la religión como del estado. El cristianismo fue decretado oficialmente
la religión del estado romano bajo el emperador Teodosio (378-95).
UNA NUEVA ÁREA DE CONTROVERSIA.
Antes de Nicea el cristianismo no había tenido ocasión de
reflexionar en lo que deberían ser sus relaciones con el estado. Al antagonismo
original del imperio contra tina religión “ilegal” habían seguido siglos de persecución
secular. El esfuerzo por ajustar las relaciones entre el cristianismo y el
poder secular, forma una gran parte de la historia del cristianismo en los
siglos que seguirían.
Algunos sentían que el estado debería gobernar la iglesia. La
historia romana recomendaba este criterio, porque la religión había sido un
departamento del gobierno mucho antes de que el cristianismo hubiera sido
establecido. Constantino asumió esta actitud, y también sus hijos. El emperador
era el “obispo de obispos”. Tal relación llegó a ser conocida como papado
cesáreo la dominación de la iglesia por el estado. Otros sentían que la iglesia
debía estar sobre el estado. Este llegó a ser el ideal del creciente sistema
católico romano.
Otros más veían a cada institución con una mayordomía peculiar proveniente
de Dios, y creían que las dos debían trabajar lado a lado sin interferencia
indebida. Debe decirse que este problema nunca ha sido arreglado a satisfacción
de todos. Una nueva dirección se inició, con un gran significado en la historia
y desarrollo del cristianismo, desde Nicea hasta el presente.
EL
AUMENTO DE LA INFLUENCIA SECULAR.
Es difícil concebir cómo se ejerció tanta influencia sobre el
cristianismo mediante la alianza entre la iglesia y el estado bajo Constantino.
En el campo de la organización, por ejemplo, el cristianismo hizo uso del
patrón imperial. En términos geográficos, el cristianismo fue organizado con
base en divisiones políticas como ciudad, municipio, estado, región, nación, etcétera.
Después del desarrollo del oficio del papa el siguiente siglo, la organización
imperial y la del cristianismo eran notablemente similares.
Los mismos motivos de Constantino al adoptar el cristianismo
indican la dirección que iba a seguirse. El quería usar el cristianismo como un
factor social y político al fortalecer el estado. Esto significaba el uso del
poder secular, como se ha visto, al establecer uniformidad. La disensión debía ser
extirpada. Ello significaba la liquidación imperial de disputas eclesiásticas y
doctrinales. Los oficiales administrativos del estado pronto se encontraron
aconsejando cómo aumentar la eficiencia en la administración cristiana. Los
oficiales cristianos bajo Constantino empezaron a usar en la vida de la iglesia
métodos e ideas que habían aprendido en el servicio del gobierno.
Nicea también trajo el problema de la autoridad secular al llenar
los importantes oficios eclesiásticos. El movimiento cristiano era muy importante,
políticamente, para permitir que radicales de cualquier clase tuvieran altos
puestos. Ahora los obispos debían complacer tanto al estado como a Dios. En
esta esfera se ejerció influencia secular ampliamente.
EL
INFLUJO DE LOS NO REGENERADOS.
Todos los historiadores hablan del movimiento masivo hacia el cristianismo
después que éste recibió el favor imperial. Aunque el cristianismo no fue
nombrado oficialmente religión del estado por cerca de medio siglo, sin
embargo, la exhortación de Constantino a sus súbditos a hacerse cristianos, sus
generosos regalos a los que ya eran cristianos, y la facilidad con que podía
abrazarse el cristianismo, contribuyó a que muchos se decidieran.
La similaridad entre los sacramentos mágicos del cristianismo y
los ritos paralelos del paganismo daba a los miembros en perspectiva un
sentimiento de familiaridad en su iniciación. En el ejército, especialmente, la
influencia de algún sagaz líder podía hacer que ganara en corto tiempo a todos
sus leales seguidores.
Un ejemplo de la facilidad con que esto podía hacerse puede verse
en la conversión de uno de los caudillos francos el siguiente siglo. Clodoveo
se enfrentaría a una batalla crucial el siguiente día. El hizo el solemne voto de
que si el Dios cristiano de su esposa le daba la victoria en la batalla, entonces
él se haría cristiano. Habiendo ganado la victoria, él guardó su voto. Cuando
su ejército supo lo que estaba pasando, también quisieron unirse. Esto se llevó
a la práctica fácilmente. Los soldados marcharon al lado de un río donde se pusieron
sacerdotes con ramas de los árboles.
Cuando los soldados pasaban, los sacerdotes metían las ramas al
río y rociaban agua bautismal sobre ellos, repitiendo todo el tiempo la fórmula
adecuada. Tan pronto como el agua tocaba a los soldados, desde luego, supuestamente
ellos se volvían cristianos. No es de sorprender que cuando estos paganos
rociados entraron a la membrecía de las iglesias cristianas, hayan traído ideas
paganas con ellos. Consecuentemente, el cristianismo se infectó más y más con
corrupciones paganas al convertirse en un movimiento popular.
IMPULSO PARA LA APARICIÓN DEL MONASTICISMO.
La hartura de las iglesias cristianas con paganos rociados fue
responsable en parte del rápido crecimiento del escepticismo. La laxitud en la
ética y la vida cristianas siempre ha traído movimientos reaccionarios. Algunas
veces éstos no se desarrollaron hasta ser partidos o cismas, pero dieron expresión
al remordimiento individual que guió a las prácticas ascéticas.
Al permanecer en las iglesias regulares, los cristianos
escrupulosos aliviaban su espíritu mediante el ayuno, largas horas de oración y
rigurosa disciplina espiritual. Otros, sin embargo, escogieron un método más radical.
En el oriente, donde el clima era más atractivo la mayor parte del año, los
hombres dejaban las iglesias y sus hogares y se convertían en ermitaños
religiosos. Tomaban literalmente la exhortación de Jesús al joven rico para
dejarlo todo y seguirlo. Sentían que encerrándose en una cueva lejos de los
hombres y ocupándose en la oración y en la contemplación espiritual, podían
“perder sus vidas para salvarse”.
Uno de los más famosos de esos ermitaños era Antonio de Tebas, de mediados
del Siglo III. Huyendo de los hombres, alrededor de los veinte años, pasó los
siguientes ochenta y seis años en una cueva. El era venerado como un hombre muy
santo, y su cueva se convirtió en un lugar de bendición. Otros empezaron a
dejar sus hogares y a seguir su ejemplo.
Antes de mucho tiempo había tantos ermitaños en el desierto que
todas las cuevas estaban ocupadas. Pronto empezó también la formación de comunidades
o grupos cenobitas. Un número de ermitaños se reunían bajo una regla común de
organización. El movimiento más antiguo de esta clase que se conoce fue el de
Pacomio, que tuvo lugar por el año 335 en Egipto.
Desde el oriente este movimiento se extendió a Asia Menor. La
manera práctica de pensar de los occidentales y el clima riguroso desanimaron a
los que huyeron a las cavernas, pero para el siglo VI Benito de Nursia empezó
en Italia un movimiento disciplinado y efectivo. Este se discutirá en un
capítulo posterior.
COMPENDIO FINAL
Una nueva dirección había de venir. El problema de la persecución imperial
fue reemplazado por el problema del favor imperial. El ideal cristiano
fue grandemente influido por las normas y el patrocinio del gobierno romano. El desarrollo del concilio
universal como un cuerpo legislador autorizado
para todo el cristianismo, junto con el intenso deseo
de Constantino de una conformidad universal a una sola norma cristiana de doctrina y práctica, fue un gran paso hacia el
gobierno monárquico en el cristianismo. Los
cristianos ya habían aprendido a perseguir a sus hermanos
en la fe, en un esfuerzo por conseguir la uniformidad.
Los
capítulos siguientes dirán la historia de la aparición de la Iglesia Católica
Romana. Todos los ingredientes necesarios para levantar tal sistema estaban
ahora juntos: el sacramentalismo, el sacerdocio, y el gobierno episcopal, la
ambición romana, la rivalidad eclesiástica, una reunión mundial con autoridad,
y la norma y el poder del estado secular.
Todos
estos elementos fueron utilizados ampliamente por el obispo romano en el
siguiente período.
LOS FUNDAMENTOS CATOLICOS ROMANOS
Para 325, cuando se reunió el primer concilio católico
(universal), el cristianismo había asumido varias características que,
claramente, no eran escriturarias y podían llamarse “católicas”. Estas incluían
la idea de una iglesia universal visible compuesta de los obispos, la creencia
de que los sacramentos (como ahora serían llamados) llevaban con ellos una
clase mágica de gracia transformadora, el empleo de un sacerdocio especial (clero)
que sólo por la ordenación estaría preparado para administrar estos sacramentos,
y el reconocimiento de los obispos como oficiales gobernantes (gobierno
episcopal).
Todas estas características pueden verse en la actualidad en los
grupos cristianos que se llaman a sí mismos católicos: católicos romanos,
católicos griegos, y católicos anglicanos.
Después de 325 vinieron los fundamentos de un nuevo avance en el desarrollo
jerárquico. La oligarquía, el gobierno de muchos obispos, empezó a cambiarse en
monarquía, el gobierno de un obispo el obispo de Roma. Esto no significa que
los obispos romanos no estaban entre los obispos sobresalientes de todo el
cristianismo antes del 325, porque ya para el año 58 el apóstol Pablo había
elogiado a la iglesia de Roma por su excelente reputación por todo el mundo.
Los escritos no canónicos hablan de la influencia del grande, poderoso y
generoso cuerpo de los cristianos de Roma.
La iglesia se había beneficiado con el ilustre nombre y la historia
de la ciudad en la que estaba situada, porque Roma había sido ya el centro del
mundo por siglos. Era habitual, inclusive, que las iglesias que tenían
problemas escribieran a las iglesias más grandes y con más experiencia sobre
asuntos de disciplina y doctrina. Se sabe que la iglesia de Roma recibía muchas
de esas peticiones de ayuda. Un buen ejemplo es la carta que la iglesia de
Corinto dirigió a Roma en la última década del Siglo I.
La iglesia de Corinto, ejerciendo su prerrogativa como un cuerpo autónomo,
había quitado a varios presbíteros que habían sido nombrados por los apóstoles,
y en la controversia alguien había escrito a la iglesia de Roma pidiendo
consejo. La respuesta de Clemente, un pastor u obispo de Roma, es probablemente
típica de las cartas escritas por muchos obispos alas iglesias que les pedían
consejo en tales asuntos.
La iglesia de Roma fue más tardía que algunas de las otras en
poner a un solo obispo sobre el resto de sus oficiales, aparentemente el obispo
Aniceto (154-65), parece ser el primer monarca de la congregación romana.
La
referencia del obispo Ireneo de Lyon a la tradición apostólica del obispo
romano llevaba un énfasis en la rectitud de la doctrina de Roma, más que en la
autoridad eclesiástica de Roma. Ireneo, como Cipriano, podía escribir más
elocuentemente de la eminencia del obispo de Roma que lo que podía demostrar.
A
mediados del Siglo II se desató una disputa entre Roma y ciertos líderes de
Asia Menor respecto a la fecha adecuada para observar la Pascua. La práctica
oriental era celebrarla de acuerdo con la luna, sin relación al día de la
semana que fuera, mientras que la práctica romana era esperar hasta el
siguiente domingo.
El
obispo Policarpo (un discípulo del apóstol Juan), representando al Oriente, y
el obispo Aniceto, representando al Occidente, no pudieron ponerse de acuerdo,
y cada uno continuó observando la Pascua de acuerdo con su propia práctica. La controversia
se llevó a todas las iglesias y amenazó la paz del mundo cristiano. Se
convocaron sínodos (o concilios) en Roma y Palestina en particular, que
debatieron los méritos de cada lado, y la práctica de observar la Pascua en
domingo fue favorecido en lo general.
Cuando
el obispo de Éfeso y muchas iglesias de Asia Menor se negaron a cambiar su antigua
práctica, con sínodo o sin él, el obispo Víctor de Roma (189-98) los declaró
excomulgados. Muy pronto Ireneo censuró a Víctor por su acción, levantando la
duda en cuanto a lo que Ireneo realmente creía en cuanto a la ortodoxia y autoridad
del obispo romano.
Tertuliano,
el presbítero cartaginés que ha sido llamado el padre de la teología católica
romana, no simpatizaba con las pretensiones del obispo romano y en 207 rompió
con él y se unió al movimiento montanista. Su discípulo Cipriano también podía
escribir elocuentemente acerca del lugar único del obispo de Roma, pero
alrededor del año 250 él le dijo vigorosamente al obispo que dejara de
entrometerse fuera de la diócesis de Roma. La única superioridad que él le
permitía al obispo romano era de dignidad. Es significativo que los donatistas
del Siglo IV dirigieran su apelación a un concilio, y después al emperador,
pero no al obispo romano.
Para
325, el obispo romano, aunque considerado indudablemente uno de los más fuertes
obispos y reconocido por algunos como poseedor de una dignidad inusitada entre
los obispos, sin embargo, era uno entre muchos obispos, todos los cuales, de
acuerdo con Cipriano tenían igual autoridad apostólica.
El
sexto canon del concilio de Nicea (325) reconocía al obispo romano igualdad a los obispos de
Alejandría y Antioquía. Es significativo que se haya insertado una
falsificación en la copia de este canon que estaba en poder del obispo romano,
que argumentaba que Roma siempre había tenido la
primacía. Este piadoso fraude fue descubierto después cuando la copia romana fue comparada con otras copias de
los archivos de Nicea.
Esto sugiere que el ánimo de los que estaban en Roma era procurar por
todos los medios, justos o no, reclamar la preeminencia. No es de maravillar
que muchos eruditos actuales duden del texto de algunos de los escritos más
antiguos que han sido preservados por Roma: inserciones y decretos
falsos aparecen por toda la historia de la Iglesia Romana en un esfuerzo por
alcanzar su posición.
Entre el primer concilio universal de 325 y el cuarto tenido en
Calcedonia en 451, sin embargo, el obispo romano puso la base para la monarquía
eclesiástica ahora conocida por su título. Hubo muchos factores sobresalientes
que formaron parte de este desarrollo.